El año 2022 ha sido muy desafiante por muchos motivos, desde la guerra de Ucrania hasta las crisis energética y alimentaria, la inflación, el aumento de la desigualdad, el incremento de la quema de carbón y combustibles fósiles... Pero sobre todo se ha visibilizado globalmente que se acelera el cambio climático con olas de calor extremas en África oriental, huracanes como Ian y Fiona, sequías extremas en Europa o Brasil, inundaciones en Pakistán, África occidental o Sudáfrica, tormentas en norte y centro de Europa, tormentas tropicales en Filipinas o ciclones en Bangladés, por citar algunos ejemplos. Estos fenómenos ocasionaron, además de hambre, muertes y millones de desplazados. En España se han producido devastadoras olas de calor (con el récord de temperatura anual que ya ha superado los 15 grados desde que existen registros), a superficies quemadas de más de 300.000 hectáreas, a una de las sequías más importantes de los últimos 50 años. Es crucial que tomemos medidas para mitigar estos impactos y proteger a las personas y al medio ambiente.
Las políticas de sostenibilidad son clave para abordar estos desafíos, y deben de ser robustas y científicamente sólidas para poder tener un efecto real. Tal tiene ser el enfoque para 2023.
Este debe de ser el año de la descarbonización a través de medidas como la eficiencia energética, la implementación de energías renovables, la electrificación de la economía, pero también con decrecimiento, necesario en muchas de las actividades más contaminantes. Hay que tener en cuenta y aplicar el principio de la responsabilidad diferenciada de forma que aquellos sectores que han contribuido de manera significativa a la problemática de las emisiones de gases de efecto invernadero adquieran una mayor responsabilidad en la solución. En el mundo siguen aumentando las emisiones, en España también, por lo que todavía no se están consiguiendo logros reales en la descarbonización de la sociedad. António Guterres, secretario general de la ONU, también ha propuesto a los gobiernos que graven los beneficios extraordinarios que están teniendo las empresas de combustibles fósiles y que esa tasa sirva para compensar los daños de la crisis climática.
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Fuente: elpais.com