Todos hemos oído hablar de sostenibilidad y responsabilidad social en las empresas. La creciente regulación, las exigencias de los inversores, las preferencias de los clientes y otros grupos de interés y un sinfín de factores como el ahorro de costes o la mejora de la reputación son, cada vez más, un incentivo para que las empresas adopten medidas de sostenibilidad y responsabilidad social.Este camino hacia la sos tenibilidad está cada vez más definido para grandes empresas, que ya trabajan por cumplir con normativas europeas como la Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) o la propuesta de Corporate Sustainability Due Diligence Directive (CSDDD), que obligarán, respectivamente, a reportar sobre sostenibilidad y a llevar a cabo un proceso de debida diligencia en la cadena de valor.
¿Pero qué pasa con las pymes y las microempresas, y especialmente con las no cotizadas? Las pymes y microempresas son un importante motor de la economía. Generan valor, empleo, crecimiento e innovación, y pueden dar respuestas más ágiles a las necesidades cambiantes de los mercados. En España, el 99,8% de las empresas son pymes y aportan el 64% del empleo generado por empresas, según datos de la publicación “Cifras PyME” de junio de 2023[1]. Por ello, ante los retos que está enfrentando el planeta (cambio climático, pérdida de biodiversidad, falta de recursos y desigualdades sociales, entre otros), este tipo de empresa no puede quedarse fuera de la carrera por la sostenibilidad.
A priori, incluir la sostenibilidad en sus estrategias empresariales puede parecer un proyecto difícil, sujeto a elevados costos, a la necesidad de talento especializado y otros recursos. Sin embargo, muchas pymes pueden aprovechar su flexibilidad ante el cambio, su cercanía a los mercados o su capacidad de crear innovación para ser un actor clave y trabajar por esos grandes retos del planeta. Además, muchas pymes, y algunas de ellas sin saberlo, nacieron ya con una mentalidad de responder a aspectos ambientales y/o sociales.
Por ello, en algunos casos, la pyme solo necesitará hacer un autoanálisis para identificar qué mentalidad y qué prácticas debe seguir incentivando para aportar un beneficio al planeta y a la sociedad y, al mismo tiempo, detectar aspectos a trabajar para reducir sus prácticas más perjudiciales.
Además del autoconocimiento, la empresa deberá conocer bien a sus grupos de interés (desde accionistas e inversores, hasta gobiernos, proveedores, competidores, empleados, comunidades, clientes y ONGs, entre otros) y asegurar una buena comunicación bidireccional, especialmente con los más prioritarios, en función del impacto que puede llegar a tener su actividad sobre ellos y viceversa.
La comunicación y la escucha de estos grupos de interés permitirá a la empresa conocer sus expectativas, identificar los temas más relevantes para ellos y para la empresa, y hacer un mapa de posibles impactos, previendo el riesgo de que se generen estos impactos, priorizando unos riesgos sobre otros e implantando medidas para evitar los riesgos más importantes, así como para corregir o compensar sus posibles efectos en caso de no conseguir evitarlos. Adoptar los objetivos que surgen de este análisis de riesgos y promover los aspectos positivos que ya aporta la empresa a la sociedad y al medio ambiente permitirá incluir la sostenibilidad en la estrategia empresarial, dependiendo, lógicamente, de los recursos y de la capacidad con los que cuente la empresa.
Para encontrar fuentes de inspiración en la identificación de los riesgos más relevantes a los que se puede estar enfrentando, la empresa podría consultar los borradores de los Estándares de Reporte de Sostenibilidad Europeos (ESRS), los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus 169 metas o los estándares de la Global Reporting Iniciative (GRI). A nivel sectorial, podría consultar la herramienta Materiality Finder del Sustainability Accounting Standard Board (SASB), que forma parte de la International Financial Reporting Standards Foundation (IFRS Foundation) y que describe los principales riesgos que puede enfrentar una empresa en función de su sector de actividad.
Si bien, hasta ahora, las medidas de sostenibilidad para pymes han tenido un carácter mayoritariamente voluntario, es previsible que la creciente regulación que afecta a las grandes empresas termine generando un efecto cascada en las pymes y que aquellas que antes se adapten a las crecientes exigencias en relación con sostenibilidad terminen consiguiendo una ventaja competitiva en los mercados en que operan.
[1] “Cifras PYME”, publicación de carácter mensual elaborada a partir de los datos de empresas inscritas en la Seguridad Social publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Recoge las cifras e indicadores más relevantes de las empresas españolas desglosados por tamaño de empresa, por sectores y el empleo que generan: Más información
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Fuente: diarioresponsable.com