En los momentos críticos que vivimos, en los que la pandemia del coronavirus está poniendo a prueba las estructuras y convenciones sociales, económicas y culturales, además de otros muchos aspectos concretos de nuestra vida cotidiana, el compromiso, la solidaridad, la flexibilidad o la creatividad, entre otras características propias de una organización basada en la responsabilidad social corporativa (RSC), resultan imprescindibles para la supervivencia de las empresas.
Las pequeñas y medianas empresas son especialmente sensibles a situaciones de incertidumbre, en las que sus interrelaciones con los grupos de interés se deterioran de manera irremediable, produciéndose un colapso de las operaciones. En estos contextos una cultura organizacional asentada en el compromiso y la responsabilidad de todas las personas resulta vital, resultando para las pymes una auténtica tabla de salvación. Ante las grandes dificultades para salir adelante en un escenario tan crítico como el actual, la RSC se presenta como un instrumento que potencia la resiliencia de las empresas, proporcionando una base sólida desde un enfoque participativo y de compromiso por parte de todos los grupos de interés.
En muchas ocasiones hemos oído decir que la RSC es algo orientado a las grandes empresas, ya que a las pequeñas y medianas, y no digamos a las micro, les viene grande. Evidentemente, detrás de esta afirmación nos encontramos con un desconocimiento profundo del concepto de la RSC y de las posibilidades de su aplicación y beneficios como sistema de dirección, gestión y control, especialmente en situaciones de crisis e incertidumbre.
Una nueva Opinión Emitida por la Comisión RSC de AECA intenta dar respuesta a esta equivocada apreciación poniendo en valor las importantes ventajas, primero, de conocer y entender el concepto de la RSC y, segundo, de su implantación también en las pequeñas, medianas y micro empresas.
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Fuente: cincodias.elpais.com